Ejercicios: Esclerosis múltiple

Ejercicios: Esclerosis múltiple

Ejercicio físico y esclerosis múltiple. Tengo esclerosis múltiple y quiero hacer ejercicio físico.

Hasta hace relativamente poco tiempo se pensaba que los pacientes que praticaban ejercicio físico como parte del abordaje de la esclerosis múltiple experimentaban un empeoramiento de los síntomas neurológicos. Hoy se sabe que para un mejor entendimiento de la enfermedad y de sus procesos terapéuticos, se debe rehuir de la inactividad.

Se recomienda que la prescripción de ejercicio físico sea individualizada. De esta manera se responde a las necesidades individuales y a los síntomas de las personas afectadas tendiendo en cuenta entre otros factores: el curso y la fase de la enfermedad, el grado de discapacidad, la edad, las enfermedades concomitantes y la secuelas producidas.

Y aunque el deterioro físico y la discapacidad provocadas por la enfermedad puede que no sean reversibles a través del ejercicio individualizado, el deterioro relacionado con la inactividad sí que puede serlo en gran medida.

 

  • La práctica de ejercicio físico siempre debe ser un complemento de la rehabilitación y del tratamiento médico.
  • Debe evitarse realizar ejercicio extenuante durante un brote, una infección o episodios de fiebre. Si es el caso, puede necesitar reducir o detener temporalmente el entrenamiento y modificar el programa si se necesita.
  • Para aliviar los incrementos de temperatura corporal puede utilizar ropa ligera, hidratarse antes y durante la práctica de ejercicio físico y siempre que sea posible, practicarlo en ambientes bien ventilados
  • Vaciar la vejiga antes de comenzar o de forma intermitente durante la sesión.
  • Si presenta fatiga, lo ideal será empezar con ejercicios de baja intensidad e ir incrementándola progresivamente.

Establecer un equilibrio entre la práctica de ejercicio físico y el descanso para evitar sobreesfuerzos.

 

De manera general, se recomiendan o sugieren:

  • Ejercicios aeróbicos

En el agua: natación y actividades en la piscina (preferentemente en agua poco profunda). El agua facilita que mantenerse de pie y en equilibrio se lleve a cabo con menos esfuerzo que en tierra. Además, permite alcanzar un mayor rango de movilidad de las articulaciones, fortalece la musculatura implicada en el ejercicio y ayuda a reducir el calor corporal generado.

En tierra: caminar, montar en bicicleta, bicicleta estática, practicar deportes de equipo, danza ..

  • Ejercicios de fuerza

Ejercicios que requieren la utilización de pesas, máquinas, tensores, el propio peso corporal (sentadillas, flexiones...).... Pueden realizarse tumbados o sentados si la fatiga no permite llevarlos a cabo de pie.

  • Yoga, Taichi, Pilates, Estiramientos.

Puede ayudar a reducir el estrés y mejorar la relajación, la flexibilidad y la estabilidad

 

 

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